LÍMITES Y LIBERTAD
- rafael4019
- 30 jul 2014
- 3 Min. de lectura
Límites y Libertad
La educación se trata de aprender a vivir pacíficamente juntos y de resolver
los problemas de manera cooperativa y creativa.
Dan Gartrell
Para concebir la libertad debemos mirarnos en la relación con otro, ya que nuestra relación de ser humano se establece solo por el hecho de poder interactuar con otro ser humano. En este sentido mi libertad dura hasta que le quito la libertad a otro.
Cuando un niño hace algo que no corresponde, no se está “portando mal” si no que ha cometido un error. Estos errores pueden ser vistos como errores sociales donde han afectado a otras personas. Pueden también ser influenciados por otros, ser resultado de alguna experimentación hecha por el niño, o ser la consecuencia de sentimientos intensos.
Es fundamental tener claro que no existen los niños “porfiados”, “mañosos” y menos “malos”. Cada niño tiene una razón, una justificación, para cada uno de sus actos. Es nuestra responsabilidad descubrir y entender estas razones y atender las necesidades de cada uno de nuestros niños, no sólo para solucionar el problema pero para cumplir con nuestra responsabilidad formadora.
Para ello es importante comprender que existen tres tipos de disciplinas: la disciplina autoritaria, la funcional y la autodisciplina.
La primera se establece en presencia de una autoridad que impone sus reglas frecuentemente incomprensibles o autoritarias y que controla su observación. En ausencia de la autoridad este tipo de disciplina tiene la tendencia de convertirse en su contrario.
Por lo general y en la mayoría de los casos, el castigo y la recompensa aparentan funcionar, al menos en el corto plazo. El niño se da cuenta de que debe haber hecho algo equivocado y puede decidir no hacerlo de nuevo, por ahora y hasta que se le olvide, o puede decidir que el castigo no le importa ya que no es fanático de los postres. Lo mismo sucede con la recompensa, el niño realiza una acción que ha sido premiada mientras le interese el premio.
Una alternativa al clásico castigo que apareció no hace mucho es mandar al niño “a pensar”. Al parecer esta pseudo solución a los problemas que ocurren con y entre los niños en la sala surgió como una alternativa más saludable a los castigos físicos y verbales, a la humillación y vergüenza. Pero los expertos no llegan a consenso. En un principio, al remover al niño de la situación conflictiva y alejarlo del problema, se logra
que todo y todos se calmen, lo que es importante para poder conversar y reflexionar sobre lo ocurrido. Esta técnica deja de ser productiva cuando no hay un real trabajo con los involucrados una vez que se han calmado.
Por otro lado, muchos educadores argumentan que hay niños que se los manda “a pensar” bastante seguido, perdiéndose las oportunidades de aprendizajes que se ofrecen en las actividades que se están realizando con el grupo, entre otras cosas.
Ambos sistemas no ayudan a los niños a aprender a expresar sus necesidades y sentimientos, o a resolver las situaciones problemáticas de manera apropiada.
El segundo tipo de disciplina, denominada funcional, deriva sus reglas de experiencias vitales hechas en situaciones concretas. Sus reglas pueden ser formuladas por los adultos o- según su grado de maduración-, por los niños, pero la realidad misma es la que comprueba su importancia. Los niños discuten sobre ellas, las cambian cuando las situaciones varían, y se sienten responsables de controlar su observación. En ausencia de los adultos la disciplina funcional sigue vigente ya que obviamente sirve al bienestar de todos.
El tercer tipo de disciplina, la autodisciplina, es una creciente interiorización de la segunda. Las reglas se han hecho parte de la personalidad del individuo. Su observación le es natural y no requiere de controles exteriores. Cuando estas reglas interiorizadas tienen su origen en una disciplina autoritaria, entonces pueden causar rigidez de personalidad. Cuando en cambio se derivan de la disciplina funcional, permiten flexibilidad y la capacidad de reconsideración de acuerdo a las circunstancias específicas.
Marcela Suárez Letelier
Educadora inicial
Licenciada en Educación
Comments